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El turiferario director del IMSS

05/09/2024

Lambiscón, na. Adj. Mex. Sin.: Adulador, turiferario, arrastrado, labioso… La lista de idem(s) en la política mexicana es larga, sobre todo si el destinatario de los adjetivos es el presidente de la República. El director del IMSS, Zoé Robledo, es un viejo reincidente en el arte de la adulación. Pero hace unos días rompió todos los límites al intentar explicar por qué López Obrador dijo en su sexto informe de gobierno en el Zócalo, que en México ya funcionaba el mejor sistema de Salud del mundo. No habían transcurrido ni 24 horas cuando Robledo subió a su cuenta de X un video en donde daba las razones de tal hazaña. Pero fue su jefe el que desarticuló el relato, y en la mañanera del martes, les dijo a los periodistas entre carcajadas que todo había sido un recurso para que los medios tuvieran algo que decir al día siguiente. El intento de Zoé Robledo de congraciarse con el mandatario quedará registrado en la larga lista de los hijos pródigos de la lambisconería nacional.

Monreal, el Gólem de Morena

Ricardo Monreal es un político al que le gusta vanagloriarse como un operador eficaz. Sus méritos de negociador en los sótanos de la política mexicana, le valieron el favor de Andrés Manuel López Obrador desde que lo rescató del PRI, cuando ese partido le negó la candidatura al gobierno de Zacatecas a finales de los noventa. Desde entonces, Monreal se convirtió en un cacique de la nueva izquierda mexicana y se perpetuó en las cámaras del Congreso. Sus alianzas políticas le han permitido el zacatecano ser un buen servidor del poder en turno. Sus relaciones personales con políticos, líderes sindicales, empresarios y el patrimonio que ha obtenido a lo largo de las últimas dos décadas, son una muestra de sus alcances. Los roces con el presidente lo han llevado a la frontera de la ruptura, luego de operar en contra de su propio partido. Pero golpear y adular son parte de sus atributos, y la reconciliación con López Obrador, luego de un intento fallido de ser candidato presidencial, lo tiene ahora en la primera línea de fuego de la reforma al Poder Judicial en la Cámara de Diputados. Sumiso, ya sin los arranques belicosos contra Palacio, Monreal se ha convertido en el Gólem de Morena, ese monstruo de la mitología hebrea diseñado para cumplir las órdenes de su creador, y arrancar desde sus cimientos lo poco de autonomía que le queda al Poder Judicial frente a las pulsiones del presidencialismo autócrata que mantiene vivo el sistema político mexicano.

La sacerdotisa de López Obrador

Luisa María Alcalde tiene muy bien aprendido su rol en la cuatroté. Sus alcances no están en las instituciones del Estado. Su fuerte es la porra y el culto a la personalidad, el ritual de la alabanza y la defensa del dogma. Las secretarías del Trabajo y Gobernación fueron un mero capricho de su jefe, y Alcalde volverá a su verdadera vocación, el papel de sacerdotisa del culto que representa el movimiento político de Andrés Manuel López Obrador. Desde los recintos de Morena vigilará que la próxima administración rinda tributo y se mantengan los sirios encendidos en las imágenes del todavía presidente de la República. Luisa María encabezará la facción más radical de Morena y representará un contrapeso a la presidencia de Claudia Sheinbaum, mantendrá línea directa con AMLO y será la encargada de transmitir el mensaje político del líder moral del movimiento. Para López Obrador se terminó la presidencia, pero inicia una nueva partida de ajedrez político, cuyas piezas se repartirán entre el gabinete, el Congreso, algunos gobiernos estatales y el partido. Sin adversarios reales enfrente, por lo menos hasta 2027 que se renueve la Cámara de Diputados, Sheinbaum tendrá que gobernar los primeros años bajo la sombra del establishment morenista, y su principal dolor de cabeza será Luisa María Alcalde, que enarbolará la liturgia lopezobradorista, por encima de las nuevas escrituras sexenales, algo así como el ritual ortodoxo del viejo testamento de la cuatroté.