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EDITORIAL: La carta de los hijos de AMLO, una defensa fallida

Gonzalo y Andrés López Beltrán. Foto: Especial

Editorial 25/07/2024


En una extensa carta dirigida a la opinión pública y reproducida por el diario La Jornada, Gonzalo y Andrés López Beltrán, hijos del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, responden a las acusaciones sobre sus presuntos vínculos con empresas beneficiadas con contratos gubernamentales en un intento de deslindarse de los señalamientos de corrupción.

Los hermanos López Beltrán afirman haber vivido bajo constante acoso y persecución política debido a las actividades de su padre, sugiriendo que esto les ha llevado a vivir de manera austera y honesta. Sin embargo, esta narrativa personal entra en contradicción con la realidad de sus estilos de vida y los beneficios que han recibido gracias a la posición de AMLO. La insistencia en que ninguno de ellos se dedica a la política ni trabaja en el gobierno, aunque se entienden sus roles como figuras públicas y cercanas al poder, genera más dudas que certezas de honestidad.

La carta de los hermanos López Beltrán pretende refutar los señalamientos más graves de abuso de poder y corrupción en el gobierno de su padre, pero uno de los puntos centrales que juegan en contra de su defensa pública, es el rol que asumió Gonzalo como “asesor honorífico” en la construcción del Tren Interoceánico, una designación realizada por el presidente y ventilada en una de las conferencias mañaneras del mandatario.

Gonzalo explica que este nombramiento se realizó con el propósito de reportar directamente al presidente los pormenores de la obra. Sin embargo, esta confirmación representa una fisura en la argumentación general de los hermanos López Beltrán.


La asignación de Gonzalo López Beltrán como “asesor honorífico” plantea serias preocupaciones sobre el nepotismo y los conflictos de interés. Aunque el hijo de AMLO no recibió un salario por este trabajo, la designación de un familiar directo del presidente para supervisar uno de los proyectos emblema del gobierno como el Tren Interoceánico, genera dudas sobre la imparcialidad en la toma de decisiones.


El rol de “asesor” del presidente carece de claridad en cuanto a sus responsabilidades y alcance. No se especifica qué criterios se utilizaron para determinar su idoneidad. Además, la falta de documentación oficial y detallada sobre sus actividades y reportes debilita la credibilidad de esta defensa, pues la opacidad en este nombramiento alimenta sospechas y desconfianza.

Gonzalo López Beltrán no tiene la experiencia técnica necesaria para supervisar un proyecto de la magnitud del Tren Interoceánico. Este tipo de proyectos requiere conocimientos especializados en ingeniería, logística y administración de grandes infraestructuras, áreas en las que no se ha demostrado que tenga competencia. Sin una justificación basada en méritos y capacidades técnicas, su nombramiento no es más que un acto de confianza personal que coloca a Gonzalo en una posición privilegiada frente a proveedores, por ejemplo.

El hecho de que el presidente designe a su hijo como asesor en un proyecto tan importante es visto como un acto de abuso de poder, independientemente de las intenciones. La percepción pública de corrupción y favoritismo erosiona la confianza en las instituciones gubernamentales, pone en entredicho el propio proyecto y genera dudas respecto al papel de los hijos del presidente en otras obras del gobierno.


En la carta, Gonzalo López Beltrán afirma que su rol era solo “supervisar los avances” y reportar posibles atrasos, pero esta explicación no aborda adecuadamente las preocupaciones antes mencionadas. La supervisión de un proyecto tan complejo no puede ser vista como una tarea menor o simbólica, y asignar esta responsabilidad a un familiar cercano socava los principios éticos y legales de la administración pública.

El nombramiento presidencial de Gonzalo como “asesor honorífico” del Tren Interoceánico, es un claro ejemplo de las inconsistencias que la carta intenta justificar. Esta acción refleja un evidente abuso de autoridad que sin duda debilita la defensa pública de los hijos del presidente.