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El PAN, mal y de malas

Israel Covarrubias

12/11/2024

Jorge Romero Herrera fue ungido como el nuevo dirigente del Partido Acción Nacional (PAN). La decisión de la dirigencia anterior, así como de los militantes que votaron por este personaje, no habla bien del que hasta hace poco tiempo fue uno de los principales partidos políticos en nuestro país, tanto de oposición como en el gobierno federal,

Jorge Romero ha sido señalado por ser una de las cabecillas del llamado “Cártel Inmobiliario”, que ha tenido su epicentro en la Alcaldía Benito Juárez, uno de los bastiones más importantes del panismo en la Ciudad de México. Ahora bien, si a un criminal le preguntan si es criminal, es obvio que dirá no, salvo que lo agarren con las manos ensangrentadas, pero aún así, hay muchos que negarán rotundamente su filiación criminal. Me parece que en el caso de Romero y su camarilla compuesta por Santiago Taboada, Christian Von Roehrich (hoy en cárcel), entre otros, sucede algo similar, ya que niegan incluso con aplomo e indignación que sean los líderes de una red de empresarios y políticos turbios que, al amparo del gobierno de esa alcaldía, se enriquecieron de modo ampliado a partir de sus relaciones y corruptelas en el negocio inmobiliario, que estuvo en crecimiento durante los periodos en los que estos tres personajes fueron sus titulares del gobierno de Benito Juárez.

El Cártel Inmobiliario es una realidad, no es una invención política. Existe y quienes vivimos en la Alcaldía Benito Juárez lo hemos constatado durante años. Corruptelas, cooptación de los comités vecinales, amedrentamiento de golpeadores, narcomenudeo descarado, arrancones, vista gorda para restauranteros que se roban las calles o para aquellos que ponen congales que superan por mucho los decibeles y la normatividad que deben tener esos sitios de “sana diversión”, parques públicos que han sido saqueados de manera sistemática, privatizándolos con canchas de fútbol, quitando palmeras y árboles, para dar paso a monumentos de cemento —como muestra, les invito a que den una vuelta por el Parque Las Américas en la colonia Narvarte—, y permitiendo puestos de garnachas que seguramente deben dar una mordida significativa que llega a los bolsillos de los funcionarios de la alcaldía, y no a las arcas de la administración local.

Pero aún hay más: la alcaldía Benito Juárez está en los primeros lugares de la capital del país en el cambio de uso de suelo, en la construcción de nuevos edificios sin evaluaciones reales de impacto estructural, como sucedió con varios de los edificios que se cayeron en el terremoto de 2017 precisamente en esa demarcación, o eximiendo a los desarrolladores de las evaluaciones de impacto ambiental que tendrán sus construcciones. Asimismo, están los problemas hoy graves de provisión de servicios de agua, luz, seguridad, limpieza, a causa de esa densificación salvaje en la alcaldía en las administraciones del Cártel Inmobiliario.

Todo lo que detestan los panistas de Morena, lo han puesto en acto en la que, a decir de los propios panistas, “es la mejor alcaldía” para vivir en la CDMX.

Pero un ejemplo donde llega al paroxismo el panismo representado en el Cártel, es el problema de la recolección de basura en Benito Juárez, cuya parábola perfecta son los camiones recolectores de basura: pasean por la alcaldía con una impuntual puntualidad, es decir, van a la hora que se les da la gana, pero llegan a las colonias una y hasta dos veces por día. Sin embargo, lo relevante es la condición de sus camiones: chatarra que solo Dios sabe cómo siguen funcionando, cuando la basura es uno de los problemas públicos principales de la CDMX. ¿Qué hay ahí detrás de esta ambivalencia constitutiva entre camiones chatarra y puntual impuntualidad? ¿Qué intereses existen por parte de diversos funcionarios de la alcaldía para mantener en esa deplorable situación el servicio de recolección de desechos? Preguntas que tendremos que responder nosotros porque los políticos siguen a la letra aquello de hacer caso omiso de lo que no les gusta.

Esto es una modesta fotografía de lo que es el PAN que encabeza el Cártel Inmobiliario. En este sentido, parece que el PAN se ha quedado sin cuadros presentables. O bien, el problema es que estamos en la época de los impresentables, ya que vale poco o nada la pésima reputación que se tiene, lo que importa es cómo se acomodan dentro de un partido para crear nuevas combinaciones de camarilla, todo con miras a lograr dos objetivos claros: impunidad por las tranzas que hicieron en el pasado, y nuevas ocasiones de capitalismo político a baja escala, es decir, negocios de diverso tipo.

Vivimos un tiempo político donde han llegado al primer plano de los partidos la parte de la parte, una mediocre molécula que se desprende el enorme universo que significaba la representación política democrática. El punto es que, con esa cabeza en el PAN, mejor ni salir a la calle.