El mundo frente a la triada imperialista

Gilles Bataillon
En su discurso a los franceses del miércoles pasado, Emmanuel Macron describió solo una parte de la situación mundial. Veamos por qué.
Estamos enfrente de tres potencias imperialistas que se están midiendo y sondeando para ver cómo se reparten el mundo: China, Rusia y Estados Unidos. Dos de las tres potencias no son democráticas desde hace ya mucho tiempo. China es un Estado totalitario desde 1949, con un momento de apertura en la época de Deng Xiaoping. Con la llegada al poder de Putin, Rusia se encaminó hacia un poder en manos de una mafia de los servicios secretos y de los oligarcas con rasgos fascistas. Por su parte, asistimos a la instalación de un poder de corte fascista en Estados Unidos.
Los tres Estados están ansiosos y listos para restablecer su imperio sobre los territorios que juzgan pertenecerles: Tíbet, Xinxiang y anexados, Mongolia y el este de Siberia, Taiwán, y el sureste asiático para China; el ex imperio ruso y después soviético para Rusia; América y de inmediato Canadá y Groenlandia, así como la zona del Canal en Panamá para Estados Unidos, y por qué no, partes de Europa. Rusia se puso en marcha para esto con la invasión a Ucrania, y previamente con algunas partes de las ex repúblicas soviéticas. Estados Unidos quiere aprovechar la agresión rusa de Ucrania para sacar concesiones mineras insensatas en la otra parte de Ucrania, y amenaza a Canadá, a Groenlandia y a Panamá, además de apoyar a Israel con sus planes de extensión en toda Palestina. Los chinos acumulan fuerzas, y el mundo se queda con la boca abierta… sin hacer nada concretamente, una maravillosa política del avestruz. Los más cretinos han sido los europeos frente a la invasión de Irak, lo que pasó en Siria, en Gaza, y desde los acuerdos de Oslo en Palestina, para no hablar de sus coqueteos con Putin, los países petroleros árabes y Egipto -dictadorzuelos- no son menos culpables.
Los países que quieran vivir sin ser avasallados por estos imperios, no tienen de otra que unirse y armarse. Tal vez sea lo más desagradable, pero es necesario decir que cualquier acción bélica de estas tres potencias se enfrentará a las resistencias de los países que quieren defender sus libertades, esto es, su derecho a existir como nación, sea en Palestina, Ucrania, Taiwán o en Panamá. Estos países tienen también que reorientar drásticamente su modelo de desarrollo.
Lo anterior quiere decir que por el momento y de inmediato hay que reaccionar desarrollando industrias militares, satélites, etc., sin depender de los tres grandes. Hay que actuar de este modo siendo conscientes de que la carrera armamentista es un mal. El dinero podría evidentemente ser usado de manera más inteligente, abundan los ejemplos, pero es un mal menor frente a la servidumbre.
Como decía hace más o menos un siglo César Augusto Sandino: “Patria libre o morir”, porque esa es la condición para poder decir como los nicaragüenses en 2018: “Patria libre y vivir”.
*Gilles Bataillon es sociólogo francés. Profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.