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El fracaso de Eduardo Clark empantana al sector Salud

Carlos H. Estrada (22/04/2025)

El intento de modernizar el sistema de salud a través de la digitalización no sólo ha quedado atrapado en un pantano burocrático: ha sido conducido, de forma alarmante, hacia un callejón sin salida. Y el responsable directo de este extravío es Eduardo Clark, subsecretario del ramo, cuya gestión parece más interesada en acumular poder que en transformar un sistema que necesita con urgencia eficiencia y transparencia.

Confiar el proceso de transformación digital en quien convirtió la licitación de medicamentos en una catástrofe operativa y financiera, es una irresponsabilidad institucional de consecuencias potencialmente desastrosas. La cancelación total del proceso de licitación 2025-2026 por la colusión de funcionarios públicos con proveedores no sólo comprometió la certeza jurídica, sino que dejó sin protección del Estado la salud de millones de personas que dependen del abasto público.

Clark encarna un tipo de tecnócrata que presume de modernidad, pero que en los hechos rehúye la rendición de cuentas. Desde su paso por la Agencia Digital de Innovación Pública de la Ciudad de México, ha privilegiado el control unipersonal, la opacidad y una peligrosa combinación de soberbia e improvisación. En su nuevo cargo, esas características no sólo se han amplificado, sino que se han convertido en una amenaza para el sector que coordina desde la Secretaría de Salud.


La digitalización del sector Salud implica articular sistemas complejos de coordinación interinstitucional. No se trata de montar aplicaciones vistosas, sino de rediseñar procesos para garantizar equidad, eficiencia y calidad en la atención. En manos de Clark y su equipo esta transformación corre el riesgo de convertirse en un espejismo: una fachada de modernidad que esconde discrecionalidad, corrupción y captura institucional.

La tragedia es doble: mientras hospitales y clínicas reportan una caída en su capacidad de abasto de medicamentos, un fracaso atribuido al equipo de Clark, ahora ese mismo grupo de burócratas quiere controlar el flujo de datos más sensible del país. ¿Qué garantías hay de que el nuevo sistema digital no será otro mecanismo para consolidar redes clientelares o manipular decisiones clínicas desde oficinas alejadas de consultorios y hospitales?

El proceso de modernización tecnológica del sector parece estar comprometido por los mismos que tienen ahora empantanado al sistema de Salud, envuelto en la incertidumbre por la falta de medicamentos. La digitalización de este sector del gobierno no debe ser rehén de proyectos personales ni de vanidades de tecnócratas.